Hasta la fecha, los estudios indicaban que existían cinco sabores que era capz de distinguir el ser humano, pero una investigación publicada en el British Journal of Nutrition aumentó las capacidades del sentido del gusto: se estableció que la lengua de las personas puede detectar y diferenciar las grasas de los otros sabores.

De acuerdo con el investigador Russell Keast, “quienes son más sensibles al sabor de la grasa tienden a comer menos cantidad de este ingrediente y, por lo tanto, son menos propensos a sufrir de sobrepeso”. De hecho, estas personas tienen menores índices de masa corporal.

El equipo de Keast desarrolló un procedimiento para comprobar la habilidad de las personas de saborear una variedad de ácidos grasos de los alimentos, y descubrió que existe un “umbral” del sabor que varía de una persona a otra.

Hasta antes de este descubrimiento, la teoría indicaba que la lengua captaba cinco sabores: dulce, agrio, salado, amargo y ‘umami’ o rico en proteínas (presente en alimentos con un aminoácido llamado glutamato monosódico, es un matiz muy peculiar y un rasgo común en espárragos, tomates o quesos).