En la década de 1970, los astronautas colocaron tres sismógrafos en la superficie de la Luna para recoger datos entre octubre de 1976 y mayo de 1977. En el nuevo estudio, los científicos reexaminaron los datos de los instrumentos y finalmente descubrieron la causa de algunos de los temblores recurrentes: procedían del módulo de aterrizaje del Apolo 17, que aterrizó en 1972. Pero vayamos por partes.
Cuando se producen terremotos en la Tierra, las ondas de energía viajan en todas direcciones. Midiéndolas en varios puntos de la superficie, los científicos pueden crear un mapa del subsuelo. Como las rocas y los líquidos de la Tierra tienen densidades diferentes, las ondas viajan a través de ellos a distintas velocidades, lo que permite a los geólogos averiguar qué tipo de material atraviesa la energía. Es lo que se denomina tomografía sísmica.
Del mismo modo, el programa estadounidense Apolo colocó varios sismógrafos en la Luna para conocer su estructura de la misma manera. Analizando estos datos, los científicos obtuvieron los primeros datos sobre la estructura interna del satélite, incluida la presencia de un núcleo de unos 500 kilómetros de diámetro, mucho menos denso que el de la Tierra.
No se cree que los terremotos lunares estén causados por movimientos de las placas tectónicas, como en la Tierra. En su lugar, el principal factor causante es la gravedad terrestre, que provoca fuertes tensiones de marea, como si partiera la Luna en dos. Otros tipos de terremotos lunares registrados por los sismógrafos del Apolo fueron probablemente causados por impactos de meteoritos. Pero el temblor lunar sistemáticamente recurrente, que se producía como un reloj, era más difícil de explicar con los datos disponibles.
En un nuevo estudio, científicos del Instituto de Tecnología de California utilizaron el aprendizaje automático para analizar los datos de tres sismógrafos colocados por la tripulación del Apolo 17 a unos cientos de metros de su base. Los investigadores descubrieron que se producía algún tipo de actividad sísmica con regularidad, cada día lunar, cuando la superficie del satélite empezaba a enfriarse. Asimismo, se observaron señales repetitivas inusuales en las mañanas lunares, cuando el sol se elevaba sobre el satélite.
Cuánta sorpresa se llevaron los científicos cuando, tras analizar todos los datos, llegaron a la conclusión de que los temblores captados por los sismógrafos procedían del propio módulo de aterrizaje del Apolo 17. Cuando su piel se calentó por la mañana y empezó a dilatarse, los instrumentos interpretaron que se trataba de algún tipo de temblor. Cuando su piel se calentó por la mañana y empezó a dilatarse, los instrumentos interpretaron los crujidos como una especie de temblores. Y durante la noche lunar el módulo se enfrió y el metal pudo encogerse un poco, lo que también detectaron los sensores geológicos.
El equipo del instituto cree que se trata de un descubrimiento genial en sí mismo, porque podría ayudar a futuras misiones lunares a comprender cómo se expanden y contraen los equipos en la superficie lunar, antes de que regresemos al satélite o quizá incluso de que empecemos a trabajar en una base lunar.
Sorprendentemente, el módulo de aterrizaje Vikram de la India, que aterrizó recientemente en la Luna, también está equipado con un sismógrafo. Y antes de entrar en hibernación, registró algunos movimientos bajo la superficie del satélite. Su causa aún no está clara.