Ahí dormía hasta ayer Mota, quien fue retornada a su hogar.
SD. La historia de Doña Miguelina Sepúlveda (Mota), es bastante conmovedora y evidencia la violencia intrafamiliar existente en el país. Los maltratos físicos y verbales que recibía, presuntamente de parte de su hija, su yerno y nietos, parecieron terminar ayer.
Su mirada perdida y las muestras de sus limitaciones físicas ponían de manifiesto el drama que vivía.
Sentada en una silla plástica, ubicada en el patio de la casa, observaba su «cama», tipo «sandwich», que en lugar de tener un colchón estaba cubierta de cartones. Su techo era un plástico que la cubría precariamente del sol y la lluvia. Así dormía noche tras noche, aunque sus nietos lo niegan y dicen que ahí solo dormía en las tardes.
«¡No me den, no!» gritaba doña Mota, según Elupina Félix de León, quien reside en un callejón contiguo a su casa. Le secundan otros vecinos que explicaron que a la señora, de unos 78 años, la dejaban desnuda en el suelo del patio sucia de materia fecal y orina.
Luego de que DL publicara una denuncia hecha por una vecina a la Fiscalía, personal del Consejo Nacional de Discapacitados (Conadis), representantes del Ministerio Público, un médico legista y policías se presentaron en su casa ubicada en la calle Interior H en el sector Espaillat.
El médico legista Euclides Tineo Santos confirmó que Mota tenía un hematoma periorbitario de unos 20 días y hemorragia conjuntival en el ojo derecho.
En adición a eso, la anciana tiene varias cicatrices en sus piernas y brazos, algunos recientes. La magistrada Jahaira Lopez dijo que solicitaría medidas de coersión para su hija, Gladys Morillo S., quien no había aparecido ayer. También para su esposo Mateíto Tapia Dicent, quien fue apresado. Dos menores de edad eran dejados solos con la anciana a diario y por eso su madre, nieta de Mota, será referida al Conani.
La anciana durmió anoche en su casa en Gualey.
